Foto del plato terminado de Madeleines al limón - Crujientes y suaves

Madeleines al limón - Crujientes y suaves

Se cuenta que en el año 1730, cuando el rey polaco Leszczyński estaba exiliado en la ciudad de Commercy, su pastelero desapareció mientras servía los postres en una cena. En ese momento, una sirvienta preparó un pastel para él, y después de probarlo, quedó lleno de elogios. Así, nombró el pastel con el nombre de la sirvienta, Madeleine, lo que marcó el origen de las madeleines. Debido a su apariencia en forma de concha, también se les llama 'pasteles de concha'. Hoy en día, este dulce típicamente francés goza de fama mundial y es venerado por los amantes de la repostería de todo el mundo. Además de su delicioso sabor, la madeleine debe su popularidad al gigante literario francés Marcel Proust. En su famosa obra "En busca del tiempo perdido" describe sus recuerdos de las madeleines, haciendo este pastel conocido en todo el mundo. Este pastel tiene una base en forma de concha y una característica joroba en la parte superior, lo que lo hace visualmente atractivo y encantador. La base, que está directamente en contacto con el molde, se calienta intensamente y desarrolla un color dorado y tentador que aporta una corteza crujiente. Las madeleines recién horneadas son irresistibles después de un breve enfriamiento, con su corteza crujiente que seduce al paladar en el primer bocado. El interior permanece suave y esponjoso, liberando un rico aroma de huevo y leche que las hace irresistiblemente deliciosas. Después de un tiempo, la corteza crujiente se ablanda, similar a un retroceso de aceite, como se observa en los bizcochos, ofreciendo una textura diferente pero igualmente placentera...